
En el mundo educativo, a menudo hablamos de metodologías, currículos y recursos. Pero, ¿qué hay del liderazgo?
El último Global Education Monitoring Report 2024/25 de la UNESCO nos recuerda que sin líderes educativos sólidos, comprometidos e inspiradores, alcanzar una educación de calidad y transformadora es prácticamente imposible.
El liderazgo educativo es mucho más que gestión administrativa. Es la capacidad de generar cambios positivos en la comunidad educativa, de impulsar proyectos innovadores y de motivar a docentes y estudiantes. Y lo que es más importante, es un factor clave para lograr la meta 4.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que busca garantizar que todas las personas adquieran conocimientos y habilidades para promover el desarrollo sostenible, la ciudadanía global y el respeto a los derechos humanos.
El informe también destaca que los sistemas educativos más exitosos son aquellos que empoderan a los líderes escolares y fomentan la autonomía en la toma de decisiones. En muchos países, los equipos directivos tienen una influencia directa en la selección de materiales educativos y en la formación docente, lo que puede ser una gran oportunidad para fortalecer la Ciudadanía Global.
Si el sistema educativo es un motor y las y los docentes la gasolina, el liderazgo educativo es la chispa que lo pone en marcha y lo mantiene en funcionamiento.
Imaginemos una escuela donde el equipo directivo, el profesorado y el alumnado trabajan juntos con una visión común: formar una ciudadanía crítica, responsable y comprometida con el mundo. Este es el impacto que puede tener un liderazgo educativo bien desarrollado si todo funciona bien.
En España, muchas escuelas ya están impulsando iniciativas basadas en la Educación para el Desarrollo Sostenible y la Ciudadanía Global. Sin embargo, para que estas iniciativas no sean casos aislados, necesitamos líderes educativos que integren estos valores en los proyectos del centro, en la formación del profesorado y en la participación de la comunidad educativa.
Necesitamos que estos liderazgos broten de forma constante entre la administración pública, los gestores educativos, docentes, alumnado, etc. Podríamos poner muchos ejemplos de lo que supondría su proliferación, y sobre todo, su efecto multiplicador en la formación de nuevos líderes que:

Más allá de las buenas intenciones, implementar con éxito una educación transformadora con un enfoque de sostenibilidad y ciudadanía global, presenta varios desafíos. En muchos lugares, las y los docentes no reciben la formación necesaria para llevar estas ideas al aula. Los currículos suelen ser rígidos y dejan poco margen para la creatividad pedagógica. Además, se espera que las y los docentes cumplan con unas altas expectativas sin que esto vaya acompañado de los recursos, el tiempo y el apoyo institucional adecuados.
Una encuesta citada en el informe, realizada en 14 países de ingresos medios, muestra que el 68% del tiempo de los equipos directivos se dedica a tareas de gestión rutinarias. Aproximadamente un tercio de las y los directores de escuelas públicas en los países de la OCDE reportaron no contar con suficiente tiempo para ejercer un liderazgo educativo efectivo.
A esto se suma la falta de recursos. Según el GEM Report 2024/25, el 62% de los países utilizan procesos competitivos para seleccionar líderes escolares, pero muchos de ellos carecen de formación en pedagogías innovadoras y gestión sostenible. Esto subraya la necesidad de que los programas de formación incluyan herramientas para fortalecer la educación en desarrollo sostenible y ciudadanía global.
En términos presupuestarios, el informe evidencia una preocupante reducción en el gasto educativo. El peso de la educación en el gasto público total de los países disminuyó 0,6 puntos porcentuales en siete años, del 13,2% en 2015 al 12,6% en 2022. Esto nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de mayores inversiones para garantizar una educación de calidad.
Si queremos que la educación sea realmente transformadora, debemos apoyar y fortalecer el liderazgo educativo. Sin líderes capaces de inspirar y movilizar a la comunidad educativa, difícilmente lograremos que la educación contribuya a la construcción de un mundo más justo y sostenible.
El cambio es posible, pero requiere compromiso, apoyo y, sobre todo, una visión clara de hacia dónde queremos ir. Si eres docente, directivo, estudiante o simplemente una persona interesada en la educación, piensa en el papel que tú puedes jugar en este proceso. Porque, al final, los líderes no nacen, ¡Se hacen!