
En este artículo, queremos compartir con vosotras la inspiradora trayectoria del CEIP Virgen de Sacedón, un ejemplo vivo de cómo el compromiso y el esfuerzo sostenido pueden transformar la realidad educativa. Tuvimos la oportunidad de entrevistarlas con motivo de su reconocimiento como Centro Educativo Sostenible, entregado por el Ministerio de Educación el pasado marzo, por los años de trayectoria que han convertido a este centro de educación infantil y primaria en un referente en educación para el desarrollo y la sostenibilidad.
Este centro educativo se encuentra en la localidad vallisoletana de Pedrajas de San Esteban, en medio de un entorno natural privilegiado: “un mar de pinos”. A ese paraje nos trasladó la conversación con Arantxa Delgado, directora del centro, y Kike García, jefe de estudios del centro, integrantes del equipo docente del centro que lideran con pasión estos proyectos, y que hace unas semanas nos abrieron virtualmente las puertas de su centro para contarnos los secretos de su éxito, invitarnos a pensar y trabajar por un horizonte más sostenible y consciente.
La clave, como nos explican Arantxa y Kike, reside en una manera de entender la educación que va más allá de las aulas. Para ellas, no se trata solo de transmitir conocimientos, sino de capacitar al alumnado para que sea protagonista de su propio aprendizaje y del cuidado de su entorno. Este enfoque integral, que forma parte de su línea estratégica «SOÑANDO 2030» (en referencia directa a la Agenda 2030 y los ODS), lleva ya 7 años transformando el día a día del centro y de su comunidad. Lo que comenzó como la convicción de un grupo de maestras y maestros se ha convertido en una filosofía que impregna cada rincón del colegio: una apuesta por una formación transformadora “de la vida y para la vida”.
¿Qué motivó a las docentes, personalmente,
a impulsar este enfoque en el centro?
«La principal motivación fue el convencimiento de que el modelo educativo tradicional ya no respondía a los desafíos del presente. Como equipo directivo, vimos la necesidad de transitar hacia un enfoque centrado en el aprendizaje competencial, que no sólo transmita conocimientos, sino que capacite al alumnado para actuar en el mundo. En ese camino, la sostenibilidad no podía ser un tema más, sino el eje vertebrador. Incorporar la Agenda 2030 a nuestro proyecto educativo ha supuesto poner la dignidad humana, la justicia social y la preservación del planeta en el centro de nuestro quehacer pedagógico. Y eso solo es posible si partimos de metodologías activas, interdisciplinares y conectadas con el contexto.»

El compromiso del Virgen de Sacedón se manifiesta en una mirada atenta a los problemas globales, con un claro objetivo de impactar en su realidad local. Porque, a pesar de encontrarse en un entorno rural excepcional, las y los vecinos de Pedrajas se ven afectados igualmente por problemáticas que afectan directamente al desarrollo sostenible y al delicado equilibrio de la biodiversidad en su entorno: “Tenemos que entender la problemática global pero incidir en lo local. Nosotros hemos experimentado problemas del agua, de cultivos, cambio importante de temperaturas… Vivimos en un entorno natural privilegiado pero también sufrimos consecuencias del cambio climático.”
Este enfoque les permite conectar las grandes problemáticas globales con la realidad más cercana y tangible de sus alumnos y alumnas, a la vez que cuidar y colaborar con sus redes locales: En todas sus actividades, involucran a otros actores como el ayuntamiento, las asociaciones culturales y solidarias, los centros de día, los padres y madres. En sus propias palabras, “el oro lo tenemos en nuestro pueblo”. El profesorado del Virgen de Sacedón tiene clara la importancia de fomentar el aprendizaje vivencial, donde el alumnado comprenda lo que puede aportar y lo haga, inspirando con su ejemplo a sus familias y a la comunidad educativa. De hecho, el centro se ha convertido en un referente para el ayuntamiento, comercios locales, y asociaciones, por su implicación y colaboración mutua con el municipio.
¿Ha transformado este proyecto la forma en que
os relacionáis como comunidad educativa?

«Sin duda. Ha transformado la relación entre docentes, alumnado, familias y entorno. Ha generado más horizontalidad, más diálogo, más proyectos compartidos. La sostenibilidad no se trabaja solo en el aula: se vive en los recreos, en las decisiones del consejo escolar, en las actividades del AMPA, en los vínculos con las asociaciones del pueblo. Hemos construido una red de alianzas que enriquece y sostiene el proyecto, y eso ha cambiado profundamente nuestra identidad como centro.»
Para este equipo docente, otro factor importante es no dar sus avances por sabidos. Su reto constante es no dejar que las prácticas sostenibles como el reciclaje, se den por integradas y dejen de reforzarse. Observan con su alumnado la necesidad de un trabajo constante y perseverante para mantener la conciencia y la acción. Nos comparten que la barrera más grande que han tenido que gestionar ha sido el cambio cultural y la visión educativa. Para ellas, este tipo de educación es una apuesta y supone una manera de ser y de hacer que va más allá de los conocimientos o del aula: hay que vivirlo dentro y fuera. Esta ha sido la clave para que tantas iniciativas estén hoy naturalizadas en la vida del centro y sean sostenibles en el tiempo.
¿Cuál ha sido el mayor reto humano al implementar los proyectos? ¿Con qué resistencias y fortalezas os habéis topado en este transitar?
«El reto humano más grande ha sido gestionar el cambio cultural. La sostenibilidad implica una transformación profunda, no sólo de contenidos, sino de formas de hacer y de ser. Y eso puede generar miedo, inseguridad, incluso cansancio. Algunas resistencias han surgido de la falta de formación o del peso de inercias muy arraigadas. Pero también hemos descubierto enormes fortalezas: el entusiasmo del alumnado, la implicación de muchas familias, la capacidad de innovación del profesorado cuando se siente acompañado. Hemos aprendido que el cambio no se impone, se construye colectivamente. Y que el cuidado emocional es tan importante como la planificación técnica..»

Y aquí va una idea clave para todas nosotras: la formación del profesorado es fundamental, pero una formación in situ. Poder ver cómo lo hacen otras compañeras y compañeros es un motor. Ellas mismas invitan a otros centros para que vean de verdad que este tipo de proyectos se pueden hacer realidad, y así superar la percepción de que no funcionan, de que el alumnado no se implica, de que no se cambia nada, o de que son solo trabajo extra.
¿Cómo habéis cuidado emocionalmente al profesorado y al alumnado implicado en estos procesos transformadores, sabiendo que implicarse críticamente
con el mundo puede generar frustración o cansancio?

«Cuidando los tiempos y los ritmos, promoviendo el reconocimiento mutuo y evitando la sobrecarga. Sabemos que trabajar por un mundo más justo y sostenible es bonito, pero también exige sostén emocional. Por eso el cuidado no es un añadido: es una condición para la transformación. Incluir la creación de espacios para los docentes donde se puedan relajar o buscar información con bibliotecas docentes temáticas, espacios de reunión informal… y los ambientes y aulas adaptadas en los niños.»
El equipo del CEIP Virgen de Sacedón nos ha convencido. Con su receta nos han abierto las puertas de su realidad con un mensaje muy claro: el compromiso con la sostenibilidad es factible gracias a la implicación de la comunidad educativa, su entorno más inmediato como lo son las asociaciones y vecinas, y la ayuda de las formaciones y reconocimientos institucionales.
Cuando implementas un proyecto y tienes éxito, docentes
y alumnado empiezan a…
«Ese ha sido el motor. Nosotros tenemos una frase muy repetida que está escondida en los baños, en las clases, en los pasillos, en los baños… y es que: “Las palabras convencen y el ejemplo arrasa” …y es verdad. Como persona y como docente puedo contar a otras personas lo que yo pienso y lo que hay que hacer… Y no nos ponemos en marcha si no somos ejemplo, ni los alumnos ni el resto de compañeros se van a unir a las propuestas. Ahora eso está naturalizado. Nuestra comunidad educativa sabe que tiene que hacer actividades de preservación ambiental, venir al cole con almuerzos de residuo cero, los profes buscan materiales en madera antes que en plástico…»

Y así llegamos al final de este viaje inspirador. El CEIP Virgen de Sacedón, en su «mar de pinos», ha logrado que su alumnado sea protagonista de un futuro más verde, sembrando con cariño esta educación transformadora. Su ejemplo nos demuestra que con pasión y constancia se consigue; y que la educación puede ser, de verdad, «de la vida para la vida».
¿Qué sueños tienes/tenéis ahora para seguir transformando vuestro centro,
después de haber llegado hasta aquí?
«Queremos consolidar una cultura escolar regenerativa, que no solo mitigue daños, sino que repare, renueve, cree futuro. Soñamos con ser un centro referente en innovación ecosocial, abierto al pueblo, conectado con redes de centros afines. Y, sobre todo, soñamos con seguir siendo una comunidad que aprende con sentido y educa con propósito.»